Redaccion.
Hay personas que se enamoran una vez, lo hacen tanto, que se montan un mundo perfecto, y no les importa nada que no esté relacionado con él. Se sienten muy felices, tienen un gran sentimiento que no saben expresar. Marta, cuando está junto a él, siente en su tripa mariposas, y a la vez, ganas de vivir el mundo, ganas de pasarse el resto de su vida junto a él, de darlo todo por él, de no separarse ni un segundo de él.
Esto son sentimientos inexplicables en la vida, hasta que...un día todo aquello se echa a perder, desaparece… Ya no hay aquella magia, ni aquel amor que había entre los dos… Definitivamente, se acabó todo. Y entonces, pasas una mala época… en las que no quieres saber nada de chicos, estás deprimida… Pero un día te hartas de sentirte mal, y te levantas con unas ganas inmensas de comerte el mundo. Fue el día que comenzó el instituto. Marta vio un chico fuerte, rubio, guapo... ¡le encantó!, y, poco a poco, con el tiempo, empezó a gustarle.
Entonces pensó que el amor no aparece sólo una vez, sino que hay un amor que marca, y que uno se puede enamorar otra vez. Aunque es difícil volver a tener esa confianza en ti mismo, al final sabes que has hecho bien y que volverte a enamorar es un alegría y no una tontería.
Se fueron conociendo más y más, hasta el punto de que iba a verla todos los miércoles...
Cuando Victor le pidió que saliera con él, fue como una película romántica, poco común. Se le puso delante para ver si podía robarle un beso, pero ella todo el rato le giraba la cara. Al final, se puso de rodillas y le dijo:
-¿Marta, quieres salir conmigo?
Y ella le contestó que sí. Y desde aquel momento todo comenzó a ser un sueño. Ese amor ha ido creciendo muy rápidamente, todo el día están juntos, tanto, que parecen una sola persona.
Un día, él la invitó a su casa, y así podrían estar solos.
Marta llego a casa de Víctor, sin saber que él le había preparado una cosa romántica. Cuando Marta llegó a su casa, los dos se abrazaron y se besaron apasionadamente. Entraron en casa, si bien, antes de entrar, ella tenía que atarse una venda en los ojos. A ella le costó, pero al final se la puso. Entonces oyó su canción, la canción de los dos. Se quedó boquiabierta. Y no hablemos de cuando él la llevó a su habitación, perfumada con velas, desprendiendo una luz rojiza y un ambiente muy romántico. Marta se había quedado sin palabras, lo único que sabía hacer era darle abrazos. Víctor no paraba de reír, mirándola embobado, y sonreía sin querer.
Fue una tarde para no olvidar, una tarde que quedará marcada para el resto de sus vidas ...
Y después ella se fue, y se acabó aquella bonita tarde… Por la noche, continuaron hablando por teléfono, y no paraban de hablar, hablar y hablar…
Al día siguiente se volvieron a ver, y así como cada día.
Marta un día le escribió una carta muy bonita:
Hoy amanecí con el deseo… firme de continuar, nunca tuve tantas ganas de entregarme hasta el final. El temor se ha ido y descubrí el amor en ti, he escuchado mis latidos que gritaban fuerte tu nombre. Me bastó sentir para entender y saber hacia donde voy. No sé por qué, supe desde siempre que eras un regalo divino. Vivo con la idea de aprender a amar este amor eterno, es mi bendición, un presentimiento. Esto es para siempre, amor, hoy amanecí con el deseo firme de continuar…
Víctor y Marta están viviendo una relación larga e intensa. Y no hay momento en que no dejen de amarse. A ellos, lo único que les preocupa es, que tienen miedo de que esto se acabe, de que no se puedan volver a ver, de que uno u otro dejen de quererse y lo dejen. Por eso hicieron un promesa: que nunca se separarán, siempre estarán unidos. Hay momentos en que la vida te muestra el verdadero significado de la vida, del amor, de todo lo bueno y de todo lo malo. Tienes que saber apreciar lo que te da la vida, y saber vivirla.